María, 25 de mayo, 2016

Lo que aprendes charlando sobre Internet con quinceañeros

Dicen que l@s niñ@s necesitan rutinas y límites para sentirse segur@s. Y dicen que el adolescente está programado para rebelarse. Sea como sea, en ese viaje entre las normas de la infancia y el inconformismo de la tierna adolescencia, existe un Triángulo de las Bermudas desde el que acompañar a nuestros hijos en un buen uso de Internet. El nombre del triángulo alude juiciosamente a misterio, peligros, incertidumbre, desconocimiento, atracción por lo desconocido…  Los vértices de ese triángulo son la paciencia, la conversación y la empatía.

Como en mi casa aún no hay adolescentes y como para bien o para mal mis amigos ya no son adolescentes (…), aprovecho enormemente las oportunidades de sentarme con quinceañer@s para hablar con ell@s sobre Internet.

Hace unas semanas tuve la suerte de poder colaborar con la Fundación IUVE, acudiendo con su equipo a un colegio madrileño con el fin de charlar con alumnos de 4º de la ESO sobre redes sociales. Yo ya había avisado de que mi enfoque no sería el de «tened cuidado con esto de Internet que es muy peligroso» y aun así decidieron confiar en mí. Y la que más aprendió, como casi siempre, fui yo.

GrupoLa experiencia fue fantástica por dos razones. En primer lugar, pude escuchar lo que estos adolescentes tenían que decir acerca de sus vidas digitales, aplicando en primera persona lo que considero que es la clave para que nuestros jóvenes saquen el mejor (y más seguro) partido de Internet: la empatía. Pude ponerme en su lugar porque me contaron qué les gusta y por qué, y cómo utilizan tal o cuál app o cómo entienden ellos que funciona lo de la huella digital. En segundo lugar, pude entender a sus padres cuando l@s chic@s me contaban las distintas normas vigentes en sus casas; cada padre y cada madre toma decisiones que afectan enormemente a la vida digital de estos teenagers.

¿Sabéis lo que significan (todas) estas palabras?

¿Sabéis lo que significan (todas) estas palabras?

Durante mi charla, empecé explicando que nadie -ellos tampoco- lo sabe todo. Mucho menos sobre Internet o redes sociales. Mucho menos sobre tecnología. Que les digan cada día que son Generación Z o que son nativos digitales les hace creer que lo saben todo. Ay, criaturas… Mi primera (impopular) misión fue explicarles que eso no es así.

Después hablamos (sí, ellos también) sobre los usos que dan a las redes, webs y apps que más utilizan. El porqué, para qué, cuándo, cómo y dónde de lo que más les atrae y lo que menos les interesa. Hablamos de los tópicos en los que no creen y de los tópicos que directamente no son verdad. Y sí, Snapchat es el rey. Todos tienen un Youtuber preferido. Todos usan WhatsApp pero sólo algunos conocen Telegram. Todos creen que Facebook no mola (porque sus padres están en Facebook). Muy pocos hablan con sus padres sobre sus perfiles sociales o sus dudas 2.0.

NotSoGoodInvertimos mucho tiempo en compartir todo lo bueno que sacamos de la red –a ellos les gustan los videojuegos, ellas son más de Instagram-, pero después pasamos a lo más desconocido. A lo incómodo. Me centré menos en los peligros que habitualmente se cubren en las noticias y en las charlas (abusos, sextorsión, ciberbullying) y más en las consecuencias de un mal uso de lo digital (que a veces es lo mismo pero se enfoca de forma distinta). Y precisamente hablando sobre el anonimato, sobre la privacidad, sobre cookies y el Internet de las Cosas, sobre salud y falta de sueño, sobre perfiles falsos, sobre huella digital… es cuando ellos más se entregaron a preguntar sobre riesgos y maneras de evitarlos.

Porque eran alumnos que el año que viene empiezan Bachillerato, hablamos del futuro laboral, de las profesiones que aún ni existen, de las que ya «lo petan» y lo hacen porque van de la mano de lo digital. Hablamos de reputación, de búsqueda de empleo a través de la red, de lo que las empresas miran cuando buscan talento, de lo que verán sus hijos cuando naveguen dentro de 30 años.

Alfabetización digital y ciudadanía digital

Iba preparada para que pasaran de mí, pero no... Participaron como campeones :)

Iba preparada para que pasaran de mí, pero no… Participaron como campeones 🙂

L@s chic@s fueron especialmente receptivos a los conceptos de alfabetización y ciudadanía digitales, que implican aprender a sacar partido de la tecnología y las redes de forma responsable y utilizar ese conocimiento y ese aprendizaje para fomentar una convivencia positiva con los demás. Mi mensaje en este sentido: «vosotros sois el ejemplo en el que se miran los más pequeños, así que también os toca intentar hacerlo bien».

Finalmente, la sesión terminó con unos retos que, por grupos, planteaban un breve trabajo en equipo y una exposición con ejemplos tan tragicómicos como «has pillado a tu hermana de 12 años subiendo una foto suya a Instagram en la que sale en bikini y poniendo morritos. Ves que los chicos de su clase empiezan a meterse con ella con comentarios como “menudas lorzas”. ¿Qué haces para ayudarla a usar mejor esta red?» o «explica a tu padre cómo abrirse (bien) un perfil en Facebook, desde lo más básico de crearse la cuenta hasta qué tipo de cosas subir«.

En las dos jornadas, aprendí muchísimo de l@s chic@s, de los términos que usan, de lo que les gusta y lo que no. Escuché lo que decían sobre lo que saben sus padres y lo que no saben, a veces con comprensión, a veces con humor, a veces con condescendencia…

Ésta es la cara que expresa "haced el favor de hablar con vuestros padres, sacar el tema de lo digital en casa, contad lo que os gusta, explicad cuando haga falta. Ellos no son expertos. Vosotros tampoco. Es un camino de todos".

Ésta es la cara que expresa «haced el favor de hablar con vuestros padres, sacar el tema de lo digital en casa, contad lo que os gusta, explicad cuando haga falta. Ellos no son expertos. Vosotros tampoco. Es un camino de todos».

Y descubrí que los influencers que ahora tanto mandan en el mundo de los mayores entre los adolescentes se llaman «popus» y son lo más de lo más; los que marcan tendencia, los que tienen más likes, los que molan. Las niñas ya no quieren ser princesas, sino «popu». Los niños, YouTubers.

 

El piestureo no les interesa, ni el #foodporn, pero los selfies en primer plano tienen todo el sentido del mundo. Los ajustes de privacidad no son un mundo desconocido para ell@s, pero las redes sociales van de socializar, no de lo contrario. La privacidad no es relevante en este momento de sus vidas (curioso, la intimidad sí lo es…). No hay estrategia ni venta de un concepto o una imagen en lo que comparten; lo que suben es lo que son y así lo sienten. No piensan estar fingiendo ni ven raro que casi siempre transmitan una imagen idílica. Saben que hay peligros y problemas, pero en general experimentan lo bueno con más frecuencia. Ahora mismo les da igual lo de las cookies, aunque a las chicas les gusta eso de poder terminar siendo «prescriptora de tendencias» si una marca les contacta. Los chicos son más de contar que están aquí o allá con los amigos, haciendo deporte y pasándolo bien. En general, no han caído en pensar qué comparten sus padres o no sobre ellos en Internet y la mayoría considera saber más que sus progenitores sobre estos temas.

En fin… Nuestros hijos saben que su mundo es el de Internet, pero aún no saben que no tienen excusas para usar mal la red. Les queda por averiguar que ellos también pueden ser ejemplo para otros y que lo hacen permanece…

Mil gracias a Héctor y Jorge por confiar en mí. Gracias a los profesores que cedieron tiempo de sus clases para que los estudiantes recibieran contenidos más allá del currículo programado. Y gracias a los chic@s, que fueron participativos, positivos y se entregaron al debate con toda la pasión adolescente del mundo.NoExcuse

En esto de las charlas con estudiantes, o con padres, o con educadores, lo principal es siempre escuchar. Escuchar antes de hablar. Entender antes de decidir. Ponerse en el lugar del otro. Como siempre, la empatía es la app.

Ya sabéis, si conocéis colegios o institutos en los que quieran hablar con los estudiantes sobre ciudadanía digital responsable, uso positivo de la red y pasión controlada por las pantallas, I’m your woman… 😉

Bss,

M.

PD. La Fundación IUVE es una entidad sin ánimo de lucro, de espíritu cristiano, que quiere «cambiar el mundo a través de la promoción de valores entre los jóvenes y de una ayuda transformadora e integral a quienes que más lo necesitan». Os animo a conocerla más aquí.

 

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