María, 11 de octubre, 2019

Adiós, tiempo de pantalla. Hola, genoma digital.

Todos miramos pantallas. A diario. Pensar en por qué lo hacemos o en cómo lo hacemos es mucho más difícil que pensar en el tiempo que pasamos haciéndolo. Así que nos centramos en el tiempo. Hablemos del tema;)


A padres y madres de familia que educamos en tiempos de Internet lo que más nos preocupa respecto a nuestros iKids y su uso de la tecnología son dos cosas:

  1. Tiempo. Que el tiempo de pantalla no sea demasiado. Que no se hagan adictos. Que no estén siempre pegados al dispositivo. Que la sobre-exposición no les perjudique.
  2. Contenidos. Que no vean cosas raras. Que no vean algo para lo que aún no están preparados. Que no vean algo a nuestras espaldas. Que no hagan o reciban mensajes de personas que les quieran o incluso puedan hacer daño.

El tiempo siempre sale lo primero cuando hablo con familias. ¿Cuánto tiempo de pantalla es demasiado tiempo de pantalla? ¿Ese tiempo es el mismo si el iKid ve una película que si juega con la consola que si mira Instagram o sube videos a TikTok que si programa que si dibuja con la tablet que si hace videollamada con el abuelo que si chatea por WhatsApp que si hace una playlist en Spotify que si ve series que si ve a otros iKids abriendo juguetes que si lee en un Kindle? ¿Cuenta lo mismo si hay un propósito o no? ¿Cuenta lo mismo si el niño es sociable o introvertido? ¿Deportista o sedentario? ¿Obediente o rebelde? ¿Bebé o adolescente?

Los pediatras recomiendan cero pantallas en bebé y después -con algunas excepciones-; y a partir de 2 años, tiempo de pantalla bien seleccionado y acompañado. Han ido adaptando esas recomendaciones a la realidad que nos rodea y van poniendo cada vez más el énfasis en la diferencia que hay entre los minutos que el iKid pase delante de una pantalla y lo que esté haciendo mientras la usa.

Yo con el tiempo de pantalla siempre me centro en cantidad, calidad y compañía. Y trato de compartir un mensaje en el que ese tiempo no lo sea todo, que vaya acompañado de un qué y un por qué.

Pese a todo, el mensaje no cala. Nos quedamos en el tiempo. Lo que más nos importa sigue siendo el tiempo. No el cómo y el porqué de cómo estén los iKids interactuando con un contenido o dispositivo digital concreto.


Toda esta preocupación personal y colectiva sobre el tiempo de pantalla no solo afecta a las nuevas generaciones. Ahora que dispositivos y plataformas se han apuntado al bienestar digital y te permiten poner alarmas o conocer cuánto tiempo pasas utilizando, por ejemplo, tu móvil, la realidad es que los adultos también nos llevamos sorpresas e incluso disgustos sobre nuestros propios hábitos digitales. Como sociedad, juzgamos sobre todo el tiempo que pasamos delante de las pantallas.

Sin embargo, hay definitivamente algo más que debemos tener en cuenta a la hora de cuantificar y medir nuestra interacción con pantallas. No solo el tiempo. Algo más.

Tu individualidad en la interacción con esa pantalla: lo que decides hacer y por qué decides hacerlo.

Es tu «screenoma», tu genoma digital, y no cuenta los minutos de conexión. Cuenta lo que HACES durante esos minutos delante de la pantalla.


¿Qué es el genoma digital?

Screenome o pantalloma (tremendo palabro) juega con las palabras pantalla y genoma. El genoma es el conjunto de material genético que te hace único. La revista científica Human-Computer Interaction publicó recientemente un artículo en el que científicos de la Universidad de Stanford definen este screenoma como «el registro de experiencias individuales representadas como secuencia de las pantallas con las que una persona interactúa durante el paso del tiempo».

Es decir, estamos hablando de tu colección personal de experiencias con pantallas, durante horas, días, semanas y años, que culminan en tu uso de pantallas a lo largo de toda tu vida.

En el departamento The Screenomics Lab de la Universidad de Stanford, un grupo de expertos en medios, comunicación, desarrollo humano, familia, genética, medicina e informática y tecnología han trabajado juntos para secuenciar los screenomas de 400 personas. Los participantes se instalaron en sus dispositivos el software de este laboratorio, que tomaba capturas de pantallas cada 5 segundos -mientras los dispositivos eran utilizados por sus dueños- para registrarlos y después interpretarlos a través de algoritmos de machine-learning.

Nilam Ram, uno de los investigadores de este articulo, explica que la distinción entre MIRAR PANTALLAS e INTERACTUAR CON PANTALLAS irá desapareciendo como concepto. La mayoría de las pantallas que nos rodean facilitan la interacción, así que mirar e interactuar son cosas igual de importantes y la Genómica de las pantallas las estudia a ambas, capturando nuestras costumbres a la hora de cambiar de formato o dispositivo, enfocar un contenido u otro, navegar o ir haciendo scroll por muros y muros de mensajes.

Según los datos del estudio, parece ser que algunos de los patrones de uso de pantallas podrían relacionarse directamente con nuestra salud y bienestar. Ya sabemos que mucha pantalla mal utilizada afecta a la vista, por ejemplo, o que si estás siempre viendo series y no eres capaz de levantarte a dar un paseo, tu cuerpo se resentirá. Pero además hay otro impacto, en este caso inverso. Es decir, según me siento, así recurro a pantallas. Por ejemplo: estoy triste o de mal humor y tiendo a mirar sin sentido en una red social, por pasar el rato. O estoy inquieto y no paro de pasar de una app a otra en el móvil sin propósito concreto. O soy impaciente y cuando escribo un mensaje y veo que el destinatario empieza a contestar me quedo pendiente de que aparezca esa respuesta y no hago nada más que estar pendiente de ella.

En lo que más insisten los investigadores a partir de la evidencia analizada hasta ahora es en que los indicadores de cada persona son diferentes, porque los patrones de uso son siempre individuales. A través de la tecnología regulamos emociones…. cada uno con nuestra idiosincrasia y propósito.

Así que: ¿tiempo de pantalla o genoma digital?

Al ser nuestros genomas digitales tan diferentes unos de otros, no cabe duda de que el concepto «tiempo de pantalla» pierde parte de su sentido. No se puede simplemente decir: «reduzcamos todos nuestro tiempo de pantalla porque demasiado tiempo de pantalla es malo para nuestro bienestar». El consejo en sí mismo es positivo -el de por ejemplo mirar menos el móvil y hablar más cara a cara-, pero llegará el momento en que se nos aconseje de forma más individual. Hay hábitos que son nocivos a cualquier nivel (drogas, tabaco, conducir ebrio…), pero hay hábitos en los que influyen las circunstancias personales y sobre todo las características físicas y psicológicas de cada uno. En muchos de las cosas que hacemos, medir si es bueno o malo para nosotros depende de numerosos factores -salud, genética, condición física, habilidad, estilo de vida, conciencia incluso-, no sólo de la cantidad.

Lo que dice la investigación sobre el genoma digital, en una frase

Cómo interactuamos con la tecnología es probablemente más importante que la cantidad de tiempo que dedicamos a esa interacción.

Besos,

M.

PD. Algunos artículos del blog que se han centrado en tiempo de pantalla:

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