María, 10 de noviembre, 2015

Sobre cuchillos, Internet y educación #ePaternidad

cuchillosTodos tenemos cuchillos en casa.

  • son necesarios para cortar alimentos.
  • son difíciles de usar al principio.
  • son afilados y te puedes hacer daño.
  • son peligrosos si no tienes cuidado.
  • son dañinos si lo usas para atacar a otro.
  • son útiles para deshacer nudos.
  • suelen estar en la cocina, no en el salón o en el baño.

Los mayores sabemos utilizar un cuchillo. Nos han enseñado. Todos nos hemos cortado en alguna ocasión. Pero seguimos usando el cuchillo cada día. Tenemos cuidado cuando cortamos con él. Elegimos entre uno de sierra o uno para untar en función de lo que queramos hacer. No salimos con el cuchillo a la calle amenazando a la gente. La mayoría no lo usamos para robar o amenazar. No solemos poner nuestro nombre, dirección y DNI en el cuchillo. Lo compartimos con aquéllos a los que conocemos. Pero no con desconocidos (al menos no normalmente). Lo usamos para cortar el pan, por ejemplo, pero no para ajustar el bajo de una cortina. Casi siempre está en la mesa, pero si no hace falta –porque hay sopa-, no se utiliza.

Y como tenemos cuchillos en casa, reaccionamos como padres de familia:

  • Familia¿Eliminamos los cuchillos de la casa?
  • ¿Prohibimos que nuestros hijos usen un cuchillo?
  • ¿Les enseñamos a utilizar el cuchillo?
  • ¿Les miramos mientras cortan con el cuchillo?
  • ¿Les ponemos una venda si se cortan?
  • ¿Les damos un cuchillo adaptado a su edad?

Ellos van a usar el cuchillo. Tendrán que hacerlo para comer. No les puedes cortar el pan del bocadillo si tienen 16 años. No les puedes decir que sólo usen el cuchillo cuando tú estés en casa si tienen 17. Tampoco les das el cuchillo de sierra para cortar su filete si tienen 9. Y si encima saben comportarse en la mesa cuando lo usan, mejor que mejor. Recurrirán a un cuchillo –de uno u otro tipo- para compartir su pan o para crear un bizcocho con forma de corazón o para separar la plastilina o para aprender a cocinar. Cortarán con un cuchillo una tarta en una fiesta con amigos. En un campamento con amigos. En su primer día en la cafetería de la Universidad. En su primera comida de trabajo.

Tendrás que enseñarles a usar el cuchillo. Avisarles de que se pueden cortar. Decirles que tú también te has cortado. Explicarles que mientras los usan, tienen que saber lo que hacen, mirar al cuchillo y no al techo. Advertirles de que aunque hay que gente que los utiliza para hacer daño o cometer crímenes, otros los diseñan de colores para que los tengas a juego con el mantel.

Hables mucho o poco con tus hijos, vivas más o menos acomodado, seas moderno o conservador, el caso es que no haces que los cuchillos desparezcan de tu casa. Porque los necesitas. Son útiles. Y forman parte de la vida tal y como la entendemos. Así que enseñas a tus hijos a usar el cuchillo. Con cabeza.

Pues lo mismo con Internet. Con el e-mail, las búsquedas, los videos, las apps, los chats, las redes sociales. Les tendrás que ir enseñando. Y para eso, algo tienes que saber tú.

Familia digital

Algunos hablan de nativos digitales y migrantes digitales. Otros hablan de familias en la era digital. Unos escriben. Otros juzgan. Muchos leen. Todos lo vivimos. Todos. De una u otra forma, cuando hay niños y adolescentes cerca, todos podemos ver que existe una brecha que nos diferencia. Mientras los mayores de 20 hemos ido incorporando a nuestras vidas las innovaciones tecnológicas, con más o menos tino, con mayor o menor placer, con mucha o poca intuición, los más jóvenes han nacido con ellas ya integradas en el ADN o con un universo totalmente predispuesto a integrarlas.

Los más pequeños deslizan su dedo por cualquier pantalla. Los medianos saben que un teléfono no es sólo para hablar. Esos a los que a veces se llama tweens (niños de entre 8 y 13 años) saben que se pueden buscar cosas en Internet y que un iPad tiene juegos y apps para hacer collages. Los adolescentes quieren estar en redes sociales y quieren un móvil y saben lo que es streaming. De ahí al infinito. Mientras los padres aprendemos palabras de un alfabeto nuevo, los hijos lo traen de serie. Nuestros hijos son digitales. Punto. Y lo van a seguir siendo.

Ante el escenario del uso creciente de la tecnología, del consumo de medios en nuevo formato o en mayor cantidad, ante los riesgos de la ultra-conectividad, de la inmediatez, del cyber-bullying, de la pérdida de contacto personal, de la adicción, del aislamiento… parece que en las familias sólo queda la opción de controlar, espiar, denegar y rechazar.

Si buscas información sobre Internet y TICs a la hora de educar, el mayor porcentaje de resultados tiene que ver con el miedo a los peligros y la necesidad de controlar y limitar. Pocos consejos prácticos sobre reconvertirse. Poco sobre conectarse como familia.

iFamiliaPero sí existe una corriente que busca favorecer el diálogo y la educación en familia sobre todo lo que rodea a nuestra vida digital. La de padres e hijos. También se juzga, pero además se añade a la ecuación la búsqueda de soluciones para ejercer una paternidad digital (digital parenting). Se habla de educar a nuestros hijos para que entiendan la conectividad que los rodea, para que sepan usarla, para que nos pregunten (y nos escuchen), para que asuman lo 2.0 como un elemento más de sus vidas (no el único). Se habla de ser padres al día, de entender la vida digital de nuestros hijos como tratamos de entender su vida en el patio, sus buenas o malas notas, su comportamiento en la mesa, su respeto a los mayores, sus frustraciones, miedos, pasiones y talentos.

En España, la principal corriente activa y positiva sobre integrar lo digital en la educación de niños y adolescentes la ejercen los maestros y el entorno educativo. Ojo, no necesariamente los colegios ni la Administración, sino las personas que enseñan cada día a nuestros hijos Lengua, Matemáticas o Ciencias (con o sin tablets, con o sin pizarras digitales).

Pero la educación de nuestros hijos se construye también (fundamentalmente) en casa. Y si innovar en tecnología dentro del aula no es sólo trabajar con tablets o desechar la tiza de toda la vida o comunicarse con las familias vía apps, educar para el uso de la tecnología en familia no es sólo implantar una negación de uso o espiar las cuentas de correo del iKid de 15 o decirle al iKid de 8 que sólo puede tener 1 hora de “tiempo de pantalla” al día.

Ciudadanos digitales

Es responsabilidad de todos contribuir a que los niños de hoy se conviertan en ciudadanos socialmente responsables. Online y offline. Que respeten la libertad del de enfrente. Que piensen dos veces antes de hacer algo. Que no hagan el mal a sabiendas. Que busquen su felicidad sin que ésta sea a costa de la desgracia ajena. Que quieran aprender para con su conocimiento aportar después a la mejora común. Que sean generosos, educados, conscientes. Que no le digan a un desconocido en la calle cuál es su dirección, apellidos o días de vacaciones. Que no suban a Internet una foto ridícula o un vídeo íntimo.

DigCitEnFamiliaEn el mundo no virtual, el que estamos acostumbrados a vivir, lo tenemos claro. Casi todos entendemos que entre mensajes de la sociedad, las Fuerzas de Seguridad, los medios de comunicación, la Administración, los colegios y las familias se educa a los hombres y mujeres del futuro. Unos se centran en que sepan sumar o razonar o trasladar sus ideas a un papel o esperar su turno. Otros enseñan a compartir, a portarse en una mesa, a probar nuevos alimentos, a recoger o respetar la autoridad, a tener esperanza o inquietud o paciencia. Otros escriben libros, organizan talleres, crean películas y juguetes…

Con todo esto, los llamados “migrantes digitales” no tenemos ningún problema.

Y sin embargo, llegados al juicio soberano sobre el e-mail, los chats, las redes sociales, los videojuegos o Internet como universo, todo son problemas. Y como en muchos casos nos vemos sobrepasados por nuestro propio desconocimiento o por la nube infinita de prejuicios que leemos por todas partes, muchas veces nos rendimos o esperamos a abordar la situación cuando ya es algo tarde. 

En la calle les pueden atracar. En el patio les pueden insultar. Al cruzar una calle, les pueden atropellar. Cuando salgan una noche con amigos, pueden tener un accidente de coche. En el colegio pueden sacar malas notas o sentirse fatal. Hace 30 años, a la salida del colegio podía haber un señor con gabardina regalando caramelos. Recuerdo que mis padres hablaron del tema conmigo.

Hoy, a la salida del colegio, pueden ver en Facebook que sus amigos han organizado una quedada sin él. Y sentirse menospreciados (un sentimiento totalmente offline, por cierto). Pueden haber recibido un whatsapp de un desconocido que quiere “verla en persona o tener una foto suya en bikini”. Y ella reacciona diciendo “sí” porque no sabe decir «no» o no se atreve a hablarlo con su madre (otra reacción offline). Un iKid puede ir a casa y encerrarse en su cuarto para conectarse a YouTube y subir un video sin entender que ese contenido se queda ahí para siempre.

Los peligros siempre están. Por eso, de toda la vida, se habla de ellos en familia. Y se habla también de las cosas buenas de la vida. De jugar, aprender, hacer amigos, desarrollar tu talento al dibujar o escribir o componer o contar historias, de leer, de hablar, de disfrutar. Cosas buenas que también se pueden hacer online.

Algunos padres somos más tecnológicos que otros. Tenemos perfiles sociales. O no. Nos gusta Internet y lo usamos a diario. O no. Tenemos que auto-controlarnos para no estar pegados al móvil. O no. Y con cómo somos también podemos enseñar y educar.

Sepamos más sobre seguridad. Sobre control de riesgos. Sobre limitar el tiempo de pantalla y crear normas. Pero hablemos con ellos también. Sobre este mundo que para ellos es o será una realidad. Sobre lo bueno que tiene. Sobre lo malo. Sobre las reglas del buen juego. Sobre respeto.

Seamos familias conectadas que no ignoren la realidad que nos rodea. Tratemos de educar a nuestros hijos para que sean buenas personas. Eso es ser ciudadano a secas. Y ciudadano digital (#digcit).

Bss,

M.

PD. He hecho los dibujos en Doodle.ly, la nube de palabras en ABCya, las fotos con el iPhone y el texto en el portátil. Ahora compartiré el post en mis redes sociales 😉

Autor: María

Publicado: 10 de noviembre, 2015

Categorías: ePaternidad, Family&TechTalks, Seguridad en Internet

Etiquetas: Educación, ePaternidad, Familia y Tecnología

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